Cuanto más se aproximaba Alicia hacia aquella parte del bosque repleta
de humo, más insoportable y cargado estaba el ambiente y con mayor
claridad se oía aquella cancioncilla. La cabeza de Alicia surgió de
entre las hojas y lo que contemplo la niña fue a una extraña oruga
azul fumadora de pipa.
Como lo que oyó no acabó de complacerle, y seguía sin saber cuál era el paradero del Señor conejo, Alicia decidió seguir la aventura por su cuenta. Desde luego, si una cosa había aprendido hasta el momento es que todos estos personajes no se lo iban a poner nada fácil y de poca ayuda estaban sirviendo. Aunque, por otro lado, quizá debería volver donde la oruga e intentar escuchar un poco más de lo que tenía que decirle.