La formación y enseñanza profesional permanente en España se desarrolla por tres vías: la Educación de personas adultas en el ámbito de la Administración Educativa; la formación professional ocupacional dirigida a desempleados en el ámbito de la Administración Laboral; la formación continua dirigida a trabajadores ocupados
La Administración Educativa en España está regulada por el Artículo 3 de la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo y que se ha desarrollado para las distintas
Comunidades Autónomas. Ofrece una serie de acciones educativas dirigidas a todos los ciudadanos que hayan cumplido la edad requerida, con vistas a adquirir y actualizar su formación básicay a dar acceso a todos los niveles educativos y profesionales.
La educación de adultos en el ámbito de la Administración Educativa incorpora distintas actividades relacionadas con la formación: una opción curricular que permite a todos los adultos recibir formación en todos los niveles y programas del sistema educativo; una opción extracurricular de gran alcance que incluye una serie heterogénea de programas de formación; y por último, una serie de exámenes específicos o de carácter extraordinario que permite a los adultos obtener titulaciones académicas y profesionales, de forma que pueden acceder a determinados programas de formación.
El nivel básico se estructura en un único paso que incluye todo el proceso de aprendizaje, desde cómo aprender a leer y escribir hasta obtener el Graduado en Educación Secundaria. En la mayoría de las Comunidades Autónomas, la Educación Básica de Adultos está configurada en tres etapas. Las dos primeras estipulan la Educación Inicial y la tercera (Nivel III) está especialmente orientada a obtener el Graduado en Educación Secundaria. Los puntos fuertes de este sistema incluyen una gran variedad de programas y la flexibilidad de horarios que ofrecen los centros de formación existentes.
Sin embargo, a pesar del elevado número de centros de formación repartidos por el país, las tasas de participación siguen siendo bajas y también se sigue detectando una desigualdad de participación entre los distintos grupos sociales. Según la última fuente disponible (2001-2002), existen 1.873 centros de formación con un total de 10.223 personas entre el personal didáctico. En total, 367.066 estudiantes han participado en cursos de educación de adultos, de todos los niveles. De ellos, el 4,3% tenía una edad superior a 20 años.
La formación profesional para desempleados se regula con arreglo a la Ley de Cualificaciones y de la Formación Profesional.
El SPEE-INEM (Servicio Público de Empleo Estatal-INEM), en colaboración con las Comunidades Autónomas, ha creado el Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional (Plan FIP). Dicho plan está regulado por el Real Decreto 631/1993, de 3 de mayo, aparecido en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 4 de mayo, y por la Orden Ministerial de 13 de abril de 1994, publicada en el BOE el 28 de abril.
En España, los planes de formación continua para ocupados tienen un marco de referencia común con los programas de formación inicial y los programas de formación profesional ocupacional. Durante los últimos diez años, la política del gobierno español en materia de formación continua originó en 1993 la creación de la Fundación para la Formación Continua (FORCEM).
Dicha fundación conservó su nombre original hasta los III Acuerdos Nacionales para la Formación Continua (2000-2004), tras los cuales el nombre pasó a ser Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo. Actualmente, la gestión está a cargo de las organizaciones empresariales y sindicatos de trabajadores más representativos y la Administración Pública (representada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales).
Las iniciativas relativas a la formación continua que se estipulan conforme a los III Acuerdos son las siguientes: Planes de Formación, Acciones Complementarias a la Formación y Permisos Individuales de Formación.
Un punto fuerte del sistema actual de formación continua para ocupados es que las infraestructuras para la formación se han consolidado en todas las zonas, aunque la falta de estandarización de los cursos constituya un punto débil del sistema.