CLASIFICACIÓN

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En primer lugar, para clasificar la Discapacidad Intelectual se pueden utilizar diferentes criterios, de manera que las necesidades de los diferentes profesionales puedan ser satisfechas.

Estos sistemas de clasificación pueden basarse, por ejemplo, en las intensidades de apoyo necesario, etiología, niveles de inteligencia medida o niveles de conducta adaptativa evaluada.

Por ejemplo, podemos observar que según la etiología, la discapacidad intelectual puede ser causa de varias alteraciones, a saber:

- Cromosómicas (pueden alterar a distintos pares de cromosomas: ej. Par 21: Síndrome de Down)

- Anomalías genéticas

- Trastornos metabólicos hereditarios

- Enfermedades infecciosas (rubeola, meningitis...)

- Traumatismos craneoencefálicos

- Productos tóxicos (drogas).

Los diferentes síndromes se caracterizan por una serie de rasgos físicos, malformaciones, enfermedades asociadas (cardiopatías, problemas respiratorios...) y alteraciones neurológicas, las cuales pueden afectar a la motricidad, percepción, atención, memoria, pensamiento, procesos ejecutivos y al comportamiento emocional y social.

 

Muchas de las asociaciones del ámbito de las discapacidades intelectuales basan su clasificación en un enfoque multidimensional de la discapacidad, centrado en el individuo, que contempla tanto las capacidades como las restricciones permitiendo a su vez identificar los apoyos que precisa la persona y en el que conceptos como el de participación o el de entorno adquieren un importancia crucial para comprender el funcionamiento de una persona (Crespo, Campo y Verdugo, 2003).

Nos encontramos, por tanto, ante un enfoque de la discapacidad intelectual desde una perspectiva multidimensional, dejando atrás sistemas de clasificación que contemplen únicamente como criterio bien la etiología de la discapacidad, bien medidas de inteligencia o conducta adaptativa exclusivamente, para centrarnos en las 5 dimensiones ya propuestas por la AAIDD en 2002:

1. Capacidades Intelectuales

2. Conducta Adaptativa

3. Participación, Interacción y Roles Sociales

4. Salud (física, mental y etiología); y

5. Contexto (ambiental y cultural).

Actualmente se tiende a clasificar la intensidad de los apoyos que requiere el alumnado para mejorar su funcionamiento, en lugar de a la persona.

 

PRINCIPALES SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN:

A) Clasificación por intensidades de apoyos necesarios.

La intensidad de apoyos variará en función de las personas, las situaciones y fases de la vida.

Se distinguen cuatro tipos de apoyos (ILEG):

  • Intermitente: Apoyo cuando sea necesario. El alumno o alumna no siempre requiere de él, pero puede ser necesario de manera recurrente durante periodos más o menos breves. Pueden ser de alta o baja intensidad.

  • Limitados: Intensidad de apoyos caracterizada por su consistencia a lo largo del tiempo, se ofrecen por un tiempo limitado pero sin naturaleza intermitente (preparación e inicio de una nueva actividad, transición a la escuela, al instituto... en momentos puntuales).

  • Extensos: apoyos caracterizados por la implicación regular en al menos algunos ambientes y por su naturaleza no limitada en cuanto al tiempo.

  • Generalizados:apoyos caracterizados por su constancia, elevada intensidad y provisión en diferentes ambientes; pueden durar toda la vida.

B) Clasificación según el nivel de inteligencia medida.

La fuente DSM-IV también proporciona unos criterios de clasificación de los tipos de discapacidad, en función de que el retraso mental sea leve, moderado, grave, profundo o no especificado:

  • F70 Retraso mental leve (317): CI entre 50-55 y aproximadamente 70.

  • F71 Retraso mental moderado (318.0): CI entre 35-40 y 50-55.

  • F72 Retraso mental grave (318.1):CI entre 20-25 y 35-40.

  • F73 Retraso mental profundo (318.2):CI inferior a 20-25.

  • F79 Retraso mental de gravedad no especificada (319):cuando existe clara presunción de retraso mental, pero la inteligencia del sujeto no puede ser evaluada mediante los test usuales.


IMPORTANCIA, PELIGROS Y PROPÓSITOS DEL PROCESO DE CLASIFICACIÓN

 

La importancia de los sistemas de clasificación radica en parte en que favorecen el progreso en diferentes ámbitos en los que las personas con discapacidad viven: educación, empleo, servicios de salud mental y otros.

 

Uno de los inconvenientes tradicionalmente señalados con respecto al empleo de sistemas de clasificación ha sido el conocido problema del "etiquetaje" y su posible incidencia sobre la autoestima de la persona con discapacidad. No obstante, como señala Verdugo (2003), las categorías diagnósticas no tienen por qué tener en sí mismas un cariz negativo, sino que pueden adquirirlo cuando son utilizadas de un modo peyorativo, hecho bajo el cual suele residir un problema actitudinal