En los años 80 se gestan y ven la luz numerosos elementos que identifican a Valencia con la modernidad y la cultura y que serán eje vertebrador de la reordenación urbana de la ciudad: el parque en el viejo cauce del Turia, el
IVAM, el
Palau de la Música, y ya en los 90 el Palacio de Congresos de Norman Foster, el
MUVIM, y la Ciudad de las Artes y las Ciencias, cuya construcción se ha prolongado más de una década. El conjunto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias nació con una clara vocación de atraer a un sector de turismo cultural, además de activar el
city marketing de la ciudad al estilo de Bilbao con el museo
Guggenheim. La Unidad de Economía aplicada a la Cultura de la UV, afirma que con el complejo de
Calatrava “Valencia se suma a una nueva tendencia mundial que utiliza la arquitectura como elemento de comunicación y marketing de las grandes ciudades”.