Modernos, racionales y excluyentes : Medicalizacion y temas culturales

Dr. Alejandro Frigerio (CONICET/Universidad Católica Argentina).

Ponencia presentada en el V Congreso Argentino de Antropología Social
COMISION: ANTROPOLOGIA Y SALUD
Universidad Nacional de La Plata La Plata, 29 de julio al 1 de agosto de 1997

RESUMEN :

El trabajo se propone discutir la idea de medicalizacion de la desviacion social, tomando como ejemplo el caso de los nuevos grupos religiosos en Argentina. Abrevando en dos perspectivas teoricas (la de la construccion de problemas sociales y la del etiquetamiento de la desviacion) se discuten los temas culturales propios de la sociedad Argentina que facilitarían la aceptación de un marco medicalizante para interpretar el crecimiento de la diversidad religiosa en el pais.

En la última década el incremento de la diversidad religiosa en la Argentina se constituyó en un problema social, el de la "invasión de las sectas" 1 . Este proceso se acelera y agudiza en los años 92 y 93, a raíz de los escándalos desatados alrededor del grupo LUS liderado por Valentina de Andrade (septiembre de 1992), los sucesos acaecidos en Waco, Texas (marzo y abril de 1993) y con los allanamientos a varias viviendas comunitarias de La Familia/ND en septiembre de 1993 . Debido a estos sucesos (y otros de menor importancia ocurridos en el mismo período) el tema de las sectas es cubierto con mucha asiduidad por todos los medios de comunicación. No sólo aparecen con regularidad notas sobre sectas en todos los periódicos, sino que el tema también es cubierto por la televisión, durante varias semanas en los noticieros, y también en programas periodísticos y de interés general (Frigerio 1993b).

En este período, no sólo se constituye a las sectas como uno de los problemas sociales que afectan a la sociedad argentina, sino que también se consolida una determinada interpretación de qué son y cómo funcionan las sectas. Estas serían grupos cuasicriminales que captan individuos con problemas personales (y/o sicológicos) por medio de técnicas manipulativas y de reforma del pensamiento -lavado de cerebros. Mediante estas técnicas los individuos perderían su identidad y se verían separados de su grupo familiar y medio social (Frigerio 1993a). Como bien afirman Robbins y Anthony (1982), en la medida en que la participación en agrupaciones religiosas no tradicionales es conceptualizada como síntoma de, o induciendo a, una patología mental se produce una medicalización -en el sentido de Conrad (1992)- de la desviación social (o en este caso, religiosa).

En un trabajo anterior (Frigerio 1994) analicé algunos de los aspectos concretos de la construcción de la desviación religiosa como un problema médico (siquiátrico). Mostré que los principales impulsores de un marco medicalizante para la interpretacion de la desviación religiosa son dos agrupaciones que, siguiendo el uso de los estudios sobre nuevos movimientos religiosos, denominé "grupos anti-sectas" 2 . Señalé también que los profesionales que aparecen en los medios opinando sobre el fenómeno de las sectas son principalmente sicólogos o siquiatras. Aunque es frecuente que los especialistas consultados sean miembros de los grupos anti-sectas, los sicólogos que no lo son también expresan su temor acerca de las secuelas sicológicas negativas de la participacion en grupos religiosos no convencionales. En la medida en que la mayor parte de estos especialistas no tienen conocimiento empírico acerca del fenómeno en cuestión, y que sus opiniones negativas no están avaladas por los estudios publicados sobre el tema, están efectuando una velada tarea de control social, y contribuyendo a la medicalización de la desviación religiosa 3 . En el presente trabajo, desde una perspectiva algo más amplia me propongo establecer las particularidades del contexto social que permiten que los argumentos presentados por los grupos anti-sectas y los sicólogos sean fácilmente aceptados, en detrimento de otras explicaciones posibles. En otras palabras, me ocuparé de analizar el contexto cultural que permite que, en primer lugar la diversidad religiosa sea vista como desviación religiosa, y en segundo lugar, que se produzca una medicalización de la misma, es decir que la desviación sea interpretada dentro de un marco medicalizante. Argumentaré que para entender la creciente medicalización de la desviación religiosa en Argentina no sólo hay que analizar qué actores presentan cuáles argumentos en qué contextos, sino también los temas culturales (Gamson 1988a) propios de una determinada sociedad que hacen que ciertos reclamos sean más fácilmente aceptados por el público que otros . El análisis de la construcción de la desviación religiosa constituye, también, una manera de llegar a las representaciones ideales que los argentinos -o por lo menos los grupos hegemónicos- tienen de su sociedad.

Para analizar este proceso, utilizaré perspectivas desarrolladas por las teorías del etiquetamiento (Becker 1963, Tamar Pitch 1980) y de la medicalización de la desviación social (Conrad y Schneider 1992, Conrad 1992), así como por la teoría constructivista de los problemas sociales (Spector y Kitsuse 1987, Schneider 1985, Best 1989 y1990, Frigerio 1995a).

Desviación, medicalización y temas culturales

a) La teoría del etiquetamiento de la desviación social (Labelling theory ) En este trabajo examinaré a la construcción de la desviación (religiosa) de acuerdo con las perspectivas desarrolladas por la teoría del etiquetamiento . Según Howard Becker, uno de los primeros propulsores de dicha teoría , el hecho principal acerca de la desviación es que "...es creada por la sociedad... los grupos sociales crean la desviación haciendo las reglas cuya infracción constituye la desviación, y aplicando estas reglas a ciertas personas y considerándolos como desviantes (outsiders ). Desde este punto de vista la desviación no es una cualidad del acto que la persona realiza, sino la consecuencia de la aplicación por otros de reglas y sanciones a quienes las quiebran. El desviante es aquel a quien esta etiqueta ha sido aplicada, y el comportamiento desviante es comportamiento así considerado por el resto de la sociedad" (1963: 8-9) 4 . Esta perspectiva, entonces, no se ocupa tanto del individuo desviante y las "causas" de su comportamiento, sino que examina principalmente la reacción social frente a la desviación; considera a la misma como un producto social, fruto de la interacción entre el individuo desviante y las varias audiencias sociales con las que se relaciona.

En una reciente reevaluación de esta teoría, Conrad y Schneider afirman que los estudios realizados desde esta perspectiva han adoptado usualmente niveles microsociológicos de análisis, examinando principalmente el proceso de etiquetamiento durante las interacciones personales o su procesamiento en organizaciones sociales específicas, brindando de esta manera un adecuado conocimiento de carreras desviantes, identidades desviantes, subculturas desviantes y el proceso de estigmatización (1992: 18). Sin embargo, afirman estos autores, los aspectos macrosociológicos del etiquetamiento no han recibido una atención similar y por lo tanto sabemos poco aún del proceso de definición colectiva de la desviación -ya no en pequeños grupos, sino en sociedades particulares . Despúes de todo, la construcción de la desviación implica una lucha política -en su sentido amplio de conflicto sobre relaciones de poder- en la cual un grupo logra imponer su definición de un comportamiento como desviante, en detrimento de otras definiciones posibles sustentadas por otros grupos.

Los estudios clásicos de la definición colectiva de un comportamiento como desviante -o sea, de la construcción social de la desviación- han enfatizado siempre el rol de los moral entrepreneurs (Becker 1963) o los actores sociales que promueven su interpretación del comportamiento como desviante. Estudios más recientes, abrevando en la perspectiva construccionista del estudio de problemas sociales, enfatizan también la importancia de las distintas arenas institucionales 5 o ámbitos sociales donde el conflicto por la definición de un comportamiento como desviante se lleva a cabo, así como la importancia de ciertos temas culturales prevalentes en cada sociedad que harían que algunas interpretaciones sean más fácilmente aceptadas que otras (Gamson 1988a, 1988b, 1992; Gusfield 1981; Hilgartner y Bosk 1988; Frigerio 1995a) 6 .

Gamson y Modigliani (1989:5) afirman que "no todos los símbolos son igualmente potentes. Ciertas interpretaciones tienen una ventaja natural porque sus ideas y lenguaje resuenan con temas culturales más englobantes. Las resonancias aumentan la aceptación de una interpretación, la hacen parecer natural y familiar. Quienes responden al tema cultural mayor podrán aceptar más fácilmente una interpretación con su misma sonoridad". Gamson define a los temas culturales como "marcos interpretativos y símbolos relacionados a éstos que trascienden temas específicos y sugieren cosmovisiones mayores. Es un concepto parecido a palabras como ideología, valores, sistemas de creencias y weltanschauung. Prefiero utilizar un concepto que haga las menores presunciones posibles acerca de la coherencia o de las conexiones entre las ideas" (1988a). Aunque Gamson es quien más ha enfatizado la importancia de los temas culturales, otros autores han realizado afirmaciones similares. Hilgartner y Bosk señalan que en todos los ámbitos públicos en los cuales se construye la desviación social operan determinados principios de selección que influyen sobre la probabilidad de que algunos temas sean conceptualizados de la forma en que los activistas morales lo proponen. Según estos autores, "los problemas sociales que pueden ser relacionados con temas míticos o preocupaciones culturales específicas de la sociedad tienen una mayor probabilidad de competir exitosamente" (que otros problemas que no puedan establecer esa relación) (1988: 71, mi énfasis).

b) La medicalización de la desviación social En la lucha por definir un comportamiento como desviante resulta de suma importancia imponer la propia definición acerca de qué tipo de desviación es (sexual, moral, religiosa, criminal, médica) y cuál es la institución o el grupo social encargado de controlar esta desviación. (Gusfield 1981 :26 ). En una influyente obra en la cual proporcionan una nueva dimensión al estudio del etiquetamiento de la desviación social, Conrad y Schneider (1992) notan cómo la desviación social en las sociedades contemporáneas es cada vez más conceptualizada como enfermedad .

Según su concepción, la construcción histórica de la desviación está relacionada con las instituciones de control social dominantes en un momento determinado. De manera creciente, la desviación es interpretada en términos médicos -y no en términos morales o legales- y para ciertos comportamientos, la medicina -más que la religión o el Estado- se constituye en el principal agente de control social. Entre los comportamientos desviantes medicalizados podemos mencionar la locura, el alcoholismo, el uso de drogas, la hiperactividad, el juego compulsivo , el abuso de niños, el comer poco o comer demasiado, la infertilidad y la transexualidad (Conrad 1992: 213) .

En una reciente reseña sobre los estudios producidos desde 1980, Conrad (1992), afirma que "la medicalización describe un proceso por el cual problemas no-médicos son definidos y tratados como problemas médicos, generalmente en términos de enfermedades o desórdenes" (1992: 209). Según este autor, "la clave de la medicalización está en la definición. La medicalización consiste en definir un problema en términos médicos, utilizar lenguaje médico para describirlo , adoptar un marco médico para entenderlo, o utilizar la intervención médica para "tratarlo". Este es un proceso sociocultural que puede o no involucrar a la profesión médica... la medicalización ocurre cuando una definición médica o un marco -contextual- medico se utiliza para entender o tratar un problema.... " (1992: 211). La medicalización de un problema o de un comportamiento no necesariamente ocurre de forma completa, sino que existen grados en este proceso: algunas condiciones están absolutamente medicalizadas (muerte, parto); otras parcialmente (menopausia, adicciones) y otras minimamente (adicción sexual, violencia familiar) (1992: 220).

Conrad afirma que existen ciertos factores sociales que inciden en la medicalización brindando un contexto social adecuado para que ésta se desarrolle (1992: 213). Entre los mismos estarían: la disminución del rol de la religión; una creciente fe en la ciencia, la racionalidad y el progreso; el cada vez mayor prestigio y poder de los médicos y la tendencia humanitaria en las sociedades occidentales. A estos factores generales que presentes en la mayor parte de las sociedades modernas se pueden agregar otros que pueden ser específicos para determinados casos; en los EEUU, por ejemplo, una preferencia por soluciones individuales y tecnológicas a los problemas (Conrad 1992: 231).

Los factores culturales y estructurales que favorecerían o retardarían la medicalización de la desviación social en las distintas sociedades aún no han sido estudiados. Mi propio trabajo ha enfatizado la importancia de los moral entrepreneurs en el etiquetamiento de las sectas como un problema social y como un peligro para la salud mental de quienes entran en contacto con éstas, señalando la hegemonía que lograron en la interpretación medicalizada del fenómeno en los medios y en otros ámbitos como el legislativo (Frigerio 1993, 1994). Sin embargo, además de las razones organizativas que puedan explicar su creciente influencia en la sociedad, cabe preguntarse también por qué su explicación de las nuevas religiones como desviaciones médicamente interpretables tienen tanta repercusión y son recibidos con tanta facilidad por periodistas, legisladores, jueces, funcionarios y el público de los medios en general. Es necesario, entonces, analizar qué temas culturales o características de la cultura argentina hacen que sus discursos resuenen sobre otros previos (Hilgartner y Bosk 1988, Gamson y Modigliani 1989).

 

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