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ANÁLISIS CRÍTICO DE
"ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS"
Cuando
Charles Dodgson se embarca con sus tres pequeñas amigas en la ya
legendaria excursión río arriba, Alicia Liddell tenía exactamente diez
años. Su hermana Edith tenía sólo ocho, pero en cambio Lorina Liddell
tenía ya trece, es decir, había dejado de ser una niña. Alicia, a sus
diez años, todavía lo era, pero muy pronto (¡demasiado pronto!)
dejaría de serio, como le había ocurrido ya a su hermana mayor. Charles
Dodgson (Lewis Carroll) improvisa entonces un cuento para ellas, y el
cuento que les cuenta trata justamente de eso: del momento (¡terrible
momento!) en que el niño, al dejar de serlo, comienza a penetrar en el
(para ellos) fascinante, misterioso y absurdo mundo de los adultos.
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La madriguera del conejo
Al descender por la madriguera del Conejo, Alicia no está retrocediendo
(como se ha dicho) a su primera infancia, sino que está avanzando en el
tiempo hacia ese momento, ya cercano, en el que ingresará en el mundo
social de los mayores. Y al llegar al fondo de la madriguera, el primer
dilema que se le plantea es si beber o no de ese frasco que hay encima de
la mesa, si crecer o no crecer, es decir, si hacerse o no hacerse adulto.
Alicia bebe del frasco y, ya crecida, se encuentra con la primera
«persona». adulta. Es el Blanco. Va impecablemente vestido de caballero
victoria por sus palabras se deduce : |
que sufre de la gran enfermedad mundo
moderno, la prisa"¡Es tarde! ¡Es ya muy tal exclama una y otra
vez sin dejar de correr. ¡Difícilmente podía Alicia haber encontrado
una persona que caracterizara tan, ese mundo de los adultos en el que todo
el mundo siempre prisa! justamente lo contrario que le ocurría a Carroll,
que podía pasarse horas y horas «perdiendo el tiempo», charlando con
sus jóvenes amigas en una tarde de verano.
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Ironías
políticas
Después de caer en el mar de sus propias lágrimas (¿representa ese mar
el líquido amniótico, el deseo de regresar al vientre de la madre, como
han señalado los críticos «freudianos» de Alicia?), Alicia nada hasta
la orilla y se reúne una asamblea de animales, que representa admirables
la asamblea parlamentaria inglesa. Su deporte favorito «carrera
electoral», una carrera totalmente arbitraria, en la que no se sabe muy
bien cuándo se da la salida ni cuándo se |
llega a la meta, ni mucho menos
quién ha ganado. Ya hemos señalado antes cómo, a partir del
Reform Bill
de 1835, la Cámara (Cámara de los Comunes) del Parlamento inglés
adquiere creciente
importancia. Sin duda, un conservador en política como era Dodgson
miraría con recelo hacia esta Cámara parlamentaria, que, en ocasiones,
parecía querer socavar los cimientos mismos de la Monarquía inglesa.
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Los
que corren y los que “pasan”
Igualmente significativa es la escena en la que Alicia inopinadamente
«crece» dentro de la Casa del Conejo. ¡Qué angustia y qué asfixia
siente la pobre niña condenad vivir entre las estrechas paredes del mundo
de los mayores! ¡Y qué alegría, qué liberación, cuando consigue
volver tamaño de niña y sale corriendo de la casa hacia el campo
abierto! En el campo se encuentra a otro adulto que representa la
antítesis del Conejo Blanco. Si el Conejo tenía siempre prisa, la Oruga
se pasa la vida sentada en un hongo gigante fumando su misteriosa pipa. Es
ocioso discutir si la Oruga representa o no al fumador de opio, droga
frecuente (e incluso tolerada) en la sociedad victoriana inglesa.
Representa en cualquier caso, al adulto que «pasa» del mundanal ruido
piensa que ya no queda nada por hacer. La "curiosidad" de
Alicia, tan alejada de las prisas
del Conejo como del ocio de la Oruga, la mantiene eternamente
ocupada... ¡y eternamente desocupada a la vez! |
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En
las altas esferas
El encuentro con la Duquesa y, más adelante, con el Rey y la Reina de
Corazones introduce a la niña en las altas este la sociedad inglesa. Ya
hemos señalado que la duquesa podría muy bien representar a la duquesa
de Kent, madre reina Victoria, figura dominante que quiso controlar el dc
de la joven reina, de la misma manera que la duques parece querer
controlar el de Alicia, cogiendo a la niña por la cintura e imponiendo su
presencia sobre la niña.
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Como en una baraja
Tampoco es casual que el Rey y la Reina de Corazones sean sólo naipes.
Los naipes tienen un valor convencional, el valor que nosotros, los
jugadores, queremos darles. En el mundo de los adultos, tal como descubre
Alicia, todos o casi todos los valores son convencionales. Como en un
juego de cartas, a unos les toca ser rey, a otros sota, a los más,
soldado raso. Su valor depende exclusivamente de unas reglas de juego que
son de por sí convencionales. Todo el mundo de los adultos está regido
por unas normas que, tal como descubre Alicia, no tienen sentido alguno.
La vida es un juego tan absurdo y arbitrario como el partido de «croquet»
que organiza la Reina en sus propios jardines.
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Una definición de Inglaterra
He dejado para el final el episodio más célebre de Alicia: la merienda
del Sombrerero y la Liebre. «El tiempo -le dice el Sombrerero a Alicia-
se ha detenido para siempre en las seis... Aquí estamos siempre en la
hora del té.» ¿Se ha intentado alguna vez una definición tan brillante
de lo que es Inglaterra? De todas las convenciones sociales británicas
¿no es la del té la más absurda y a la vez la más radicalmente
inglesa?
El ritual del té es la culminación del absurdo inglés, la
verificación, por parte de Alicia, de que se encuentra |
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«en un país de
locos ... ». Ya se lo había advertido el Gato de Cheshire: «Por ahí
-le había dicho a la niña- vive un Sombrerero, y en esa otra dirección,
una Liebre Marcera... Da igual al que visites... ¡Los dos están igual de
locos!»
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El
significado del sueño
Vuelve Alicia a la realidad, después de su largo y azaroso sueño, y se
encuentra a su hermana junto a ella. La hermana «comprende» al instante
el significado del sueño de Alicia. «Finalmente trató de imaginarse
cómo sería su hermanita convertida ya en mujer adulta. Y cómo
guardaría a lo largo de su vida el alma cándida de cuando era niña.
Trató de imaginársela rodeada ya de hijos, contándoles alguna historia
que encendiera la luz de sus ojos, contándoles quizá aquel viaje suyo al
País de las Maravillas... Sabiendo que Alicia reviviría entonces, en la
alegría y la tristeza de sus hijos, aquellos dulces días de su niñez
... »
Los
espacios interiores
Lewis Carroll nos cuenta en Alicia en el País de las Maravillas el
último, y definitivo, sueño de la niñez: el sueño en el que el niño
se enfrenta al mundo de los adultos, no para verlo desde fuera, sino para
ingresar en él. Este mundo, para el niño, es a la vez atrayente y
repelente, misterioso y pedestre, racional y profundamente absurdo. El
ingreso del niño en este nuevo mundo supone, para él, una aventura tan
formidable como lo era para Livingstone adentrarse en el corazón de
África. La flora y la fauna de este nuevo país son, para él, tan
exóticos como lo eran los de África para el famoso doctor. Desde esta
perspectiva, Alicia se convierte en la primera de las grandes narraciones
contemporáneas que proclaman que los grandes descubrimientos del hombre
no están en el espacio exterior, sino en el interior. Marcel Proust (En
busca del tiempo perdido), James Joyce (Ulises) y Thomas Mann (La
montaña mágica) no hacen sino continuar la exploración de este
fascinante “país” que iniciara Carroll con su Alicia, en pleno siglo
XIX.
COPYRIGHT
©
Ed. Castellana: Ediciones Generales Anaya, S.A., Madrid,1984
Ramon Buckey
Ilustraciones
originales de John Tenniel SI
TE INTERESA...
http://www.expreso.co.cr/alicia/a1/index.htm
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castellano vía on line. http://landow.stg.brown.edu/victorian/carroll/carrollov.html Visita esta página si quieres ver uno de los más completos análisis que
existen sobre Lewis Carroll y Alicia en el país de las maravillas
,dentro o fuera de Internet. En inglés. |
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