En 1850 entra fijo en plantilla como dibujante del Punch
y este periódico seguirá trabajando Tenniel durante la mayor
parte de su vida, repartiéndose la tarea con su amigo Leech.
En sus dibujos para el Punch, Tenniel eleva la política a la categoría
de una composición clásica, a la que nunca falta un sello de nobleza.
Probablemente su dibujo más famoso sea el titulado Dropping the Pilot
(Cae el piloto), a propósito de la dimisión de Bismarck en 1890.
En 1893 recibió el título de «Sir» y en 1901 se jubiló como
colaborador del Punch, después de haber realizado más de 2300 viñetas,
a través de las cuales se puede seguir la historia política de la
segunda mitad del siglo XIX.
Pero aquí es el Tenniel creador
de la inolvidable Alicia y sus compañeros de aventuras el que nos
interesa estudiar. En febrero de 1864 le pide Carroll que se avenga a
ilustrarle su primer libro para niños, Las Aventuras de Alicia en el País
Maravillas. Tenniel se toma varios meses para pensárselo, pero al cabo de
los cuales acepta, y de la colaboración entre artista y escritor resulta
una obra única, en la que a veces es difícil saber que es más
importante, si la letra o la imagen.
Tenniel era de temperamento pacífico y amable, pero la relación entre
escritor y dibujante fue tan borrascosa como superficialmente cortés.
Cuentan que Carroll le comentó al también dibujante Harry Furniss que no
le gustaba ninguno de los caracteres por Tenniel, a excepción hecha
Humpty Dumpty (Don Huevón).
Hemos
de recordar que el primer ilustrador de Alicia fue el propio primer Lewis
Carroll. Ante la insistencia de Alice Lidell ,Carroll escribió e ilustró
de su puño y letra un volumen que
encuadernado
en piel verde, entregó a la niña el día 26 de noviembre de 1864, con la
siguiente dedicatoria: «Como regalo de Navidad, a una niña muy querida,
en recuerdo de un día de verano»
.
Parece
ser que el novelista Henry Kingsley, hermano del autor de The Water Babies
(Los niños del agua), en cierta ocasión en que visitaba a la familia del
decano, vio el manuscrito, lo leyó e instó a la señora Liddell para que
convenciera al autor de que publicase el cuento. Sorprendido, Carroll se
lo consultó a su amigo George MacDonald, lo revisó, añadió algunas
aventuras más y consiguió una carta de recomendación para John Tenniel
(que ya había ilustrado Ondina y las Fábulas de Esopo), a
quien le encargó que hiciera las ilustraciones siguiendo sus
indicaciones. Incluso le dio una fotografía de una niña, Mary Hilton
Badcock, que fue el modelo que siguió Tenniel, aunque luego Carroll se
quejase de que el dibujante no hubiera sabido reproducir la Alicia que el
escritor imaginaba.
El
libro, editado por Macmillan, apareció a mediados de 1865, pero Tenniel
se quejó de la mala calidad de las reproducciones, y Carroll accedió,
sufragando personalmente los gastos, a retirar la edición, que se volvió
a reeditar en Navidad del mismo año, aunque ya con fecha de 1866. De la
primera edición quedan solamente 21 ejemplares encuadernados (Dodgson había
repartido los 50 primeros ejemplares entre sus amigos) y es uno de los
libros más codiciados del siglo XIX; el resto de la tirada, en pliegos
sueltos, se envió a América y, en Nueva York, D. Appleton & Co. la
puso a la venta, encuadernada, en 1866, constituyendo así la primera
edición americana. En todo caso, la medida tomada por Carroll es buena
prueba de que, a pesar de las discusiones, el autor admiraba y respetaba a
Tenniel como artista consagrado que era.
De
cualquier modo parece indiscutible que la labor de Tenniel ha marcado la
pauta para casi todos los artistas que, después de él y hasta la fecha,
han intentado ilustrar las «Aventuras de Alicia»; y ello resulta
explicable porque Carroll
describió con todo lujo de detalle a los distintos personaje dejando
pocas puertas abiertas a la imaginación del artista, que más bien se
limitó a embellecer el relato. Señalemos, como muestra de fidelidad a la
palabra de Carroll, la ilustración d capítulo VIII de A través del
espejo..., en la que Tenniel, diferencia de otros ilustradores
posteriores, pinta a los Caballeros sosteniendo las mazas como si fueran títeres
de un teatro de marionetas. Y la colaboración entre ambos queda todavía
más patente en Alicia para los pequeños, donde, junto a ilustración
correspondiente al testimonio de Alicia, Carroll describe los animalillos
que han caído al volcar la niña tribuna del jurado con el borde de su
falda y luego comenta: «El señor Tenniel dice que el pájaro que chilla
con el pico abierto es un Cigoñino(¿a que sabéis que es eso?) y la
cabecita blanca es la de un Ratoncito. ¡Qué lindo! ¿Verdad?».
Cuando
Carroll se dispuso a publicar la segunda parte de Alicia, el
escritor, tras la negativa de Tenniel a seguir colaborando con él,
propuso a varios artistas (entre ellos a Richard Doyle y Noel Paton)
que le ilustraran el libro; pero todos, muy cortésmente, rechazaron
su oferta. Al fin, tras mucho insistir, Tenniel accedió a
satisfacer los deseos de Carroll y el resultado -gloriosa excepción
que confirma la regla- es que la segunda parte de las «Aventuras de
Alicia» es quizá un libro todavía más impresionante por su
calidad y unidad entre texto e imagen
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