ASPECTOS PSICOMOTRICES
En psicomotricidad, el niño con síndrome de Down no manifiesta grandes diferencias comparado con los demás niños, si se dispone de un adecuado programa de intervención temprana, aunque su bajo tono vital, su falta de atención y otras particularidades propias del síndrome lo dificultan a veces.
El problema específico del desarrollo psicomotor de los niños con Síndrome de Down depende directamente de las psicomotricidad (el retraso en adquirir la sedestación, la prensión, la marcha, etc.). Además, a todas estas dificultades se añaden fallos sensoriales y perceptivos (tanto visuales como auditivos y/o táctiles). Todo ello repercute en el conocimiento del espacio, desencadenando ciertas alteraciones de coordinación, organización práctica, torpeza, alteraciones en el control postural y equilibrio. Es obvia la importancia que para cualquier niño tiene el descubrimiento y desenvolvimiento espacio-temporal y la exploración motriz; de ahí la necesidad de una adecuada educación psicomotriz.
A diferencia de otro niño que no posee este “problema” que es capaz de adquirir unos conocimientos y destrezas de forma natural en esta área, al niño con síndrome de Down tenemos que enseñarle a que lo aprenda.
¿Qué podemos hacer pues?
Podemos realizar una estimulación complementaria que permita el progreso en cuanto al desarrollo motor y, a la vez, organizar más fácilmente la personalidad del niño, todo ello mediante diferentes técnicas y terapias corporales.
Lo ideal es que se lleve a cabo de los 0 a los 6 años y prolongarla, si es necesario, hasta aproximadamente los 9 años; no obstante, todo dependerá del nivel de desarrollo del niño y de sus particularidades concretas.
La intervención psicomotriz puede hacerse de manera individual o en grupo, según la edad y necesidades. El contexto debe ser el aula integrada, sirviendo como complemento a otras actividades y favoreciendo no sólo el desarrollo psicomotriz sino también la socialización del niño.
Los objetivos deben ir encaminados pues, a mejorar las posibilidades instrumentales (control motor, equilibrio, coordinación de los movimientos, relaciones espacio-temporales) y por otra, mejorar las posibilidades de adaptación del niño y su relación con los demás mediante un lenguaje corporal.
Podemos observar que trabajando estos aspectos, podemos tratar distintas áreas temáticas y conseguir objetivos en el área escolar. Estos serían:
- Respecto a sí mismo:
a) Dominio del esquema corporal.
b) Dominio de la expresión corporal, aumentando con ello la posibilidad de comunicación del cuerpo a través del movimiento.
c) Dominio de la motricidad.
d) Adquisición de la motricidad fina.
- Respecto a su entorno:
a) Eliminación de hábitos mal adquiridos.
b) Adquisición de comportamientos sociales que le puedan facilitar su mejor integración en la sociedad.
Por último tenemos que tener en cuenta que debemos:
- Tomar como punto de partida las experiencias previas del niño.
- Utilizar todos los canales sensitivos posibles, procurando que el medio sea rico en estímulos.
- Respetar la secuencialidad de cada proceso de aprendizaje para evitar lagunas o pseudoaprendizajes.
Para finalizar, queríamos detenernos en un aspecto que nos ha llamado la atención del niño con Síndrome de Down y es la configuración de la mano (tamaño pequeño, dedos cortos, pliegue palmar único, etc.). ¿Por qué no llama la atención? Debido a las implicaciones que esto tiene en cuanto a su habilidad a nivel manipulativo y el resultado de esto consiste en un movimiento poco hábil. Por ello, hay que aprovechar las situaciones cotidianas para ir educando la mano, por ejemplo, ayudándole a coger correctamente un objeto, vigilando que la presión sea correcta, etc.